entrar a aquella habitación,
esa que escondía llantos interminables,
promesas silenciosas incumplidas,
palabras que habían quedado
en el aire dando vueltas

golpes que dolían más en el corazón
que en la misma piel,
pensamientos, de esos que
ni el más sabio del mundo
podría haber comprendido.
Era un cuarto oscuro con
miles de penas apretadas...
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