Poesía, Filosofía y Música para pastillas.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Retrata mi alma

Su piel era como la de romano
así de perfecta, así de inconclusa.
Tenía esa mirada de dragón de fuego
tan penetrante, tan negruzca
una voz que encandilaba a su alrededor
sus manos eran ágiles, eran bellas,
eran puras.
Y cuando tomaba el pincel 
en el lienzo blanco ángel
lograba destellos de luces de colores
la realidad no era suficiente, 
se transportaba a lo más lejos del mundo,
a donde nadie pudiera encontrarlo:
su mente.
Y mientras pincelaba,
deliraba en silencio lamentos lejanos,
rememoraba un pasado distante
y los mezclaba con la esencia del futuro soñado.
El frío de junio y el de su corazón
se juntaban para crear calor
a esa alma bohemia
que poco a poco hacía de la fantasía
una realidad pintada.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Nunca, jamás

Miró su cara entre la gente y 
lo reconoció enseguida.
Pensó que quizás, tal vez, 
no había cambiado demasiado,
reconoció esa mirada dulce 
y sincera pero siempre triste,
pudo entender que la necesitaba
pero cuando se acercaba, el desaparecía
y lo reencontraba en un lugar helado;
continuaba observando esa mirada tan triste,
tan llena de emociones apretadas
que pedían a gritos salir, ser reveladas.
Entonces ella podía entender su dolor,
llevarlo a su corazón 
ponerlo en su propia piel
entendía que detrás de esa soberbia falsa
y esa risa barata, había un corazón desplomándose
porque su risa y su andar podían mentir,
pero esa mirada no.
Su vida se caía lentamente,
los cristales de su pensamiento 
se partían en partes muy pequeñas,
imposibles de armar;
y aunque él no admitiera su pena,
por costumbre de una infancia indeseada,
ella podía distinguir que algo se pudría dentro de él.
Siempre tan lejos, siempre al borde de amarla, 
pero jamás sucedía.
Y pesar que a ella el tiempo y los sentimientos
le jugaron una mala pasada, 
nunca se iba a alejar de su lado.
Porque aunque el no lo admitiera, la necesitaba,
en una forma muy confusa, pero la necesitaba.
No importa se estuviera acá o allá,
no importa si la quisiera o no,
ella nunca iba a dejarlo caer,
porque sus brazos siempre estarían abiertos
al precio que fuera,
sólo para no dejarlo caer.